- 10/12/2020
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Cada cultura y civilización ha tenido su propio método de higiene.

La palabra higiene debe su nombre a la diosa griega Higía; deidad que se relacionaba con la curación, la limpieza y la sanidad. Se representaba como una mujer joven, de pie, coronada con ramas de laurel, alimentando a una serpiente enroscada en torno a su cuerpo que bebe de una copa.
La noción que se tiene de la higiene ha cambiado a lo largo de la historia y ha tenido características propias según la época, el contexto y ubicación geográfica. Pero sin duda, desde el comienzo de las civilizaciones, se ha buscando la manera de conservar la salud, previniendo enfermedades por medio de distintos hábitos de limpieza corporal y del entorno. Un ejemplo de esto son los baños romanos y su sistema de alcantarillado público.

Otro ejemplo del contexto histórico, es la errada noción que impuso la industria cosmética moderna respecto a nuestro cuidado personal y cotidiano, gobernando por muchos años el mercado a través de un saber dominante en el que la productividad y eficiencia llevó al consumo desmesurado de productos tóxicos y dañinos para nuestra piel y medioambiente. Irónico, pero así es. Un saber dominante que permea las estructuras de la sociedad, desde lo micro a lo macro.
Siguiendo el argumento histórico, ubiquémonos en la antigua ciudad de Alepo. En aquellas tierras lejanas, hace más de 2.000 años, ya se elaboraba de manera natural, orgánica y local un jabón biodegradable con ingredientes locales, ya que coexistían con dos plantas tremendamente medicinales y sagradas; el olivo y el laurel. Por medio del ensayo y error, la observación y la experiencia lograron descubrir una receta en base a sus aceites, más las cenizas de la planta salsola Kali y agua, y consiguieron elaborar lo que se conoce como el el primer jabón sólido de la historia. Su uso y beneficios son ampliamente reconocidos a lo largo de la historia.

Nos hemos dado cuenta que hoy en día se le llama jabón a cualquier cosa y el tema es un poco confuso. Así que es necesario aclarar que existe un solo tipo de jabón tradicional y artesanal. Este es únicamente sólido y es el resultado de la saponificación que surge al mezclar aceites con hidróxido de sodio y agua. No hay más! No nos dejemos engañar por los falsos jabones, llenos de químicos dañinos para nuestra piel y el medioambiente. Jabones líquidos, no existen. Se deberían nombrar de otro modo porque eso genera confusión y desinformación. Así que ya sabemos, la manera en que nos limpiamos diariamente va a depender de lo que es mejor para ti, tu piel y el medioambiente.